Experiencia
de aprendizaje.
Conjunto
de actividades que conducen a los estudiantes a enfrentar una situación, un
desafío o problema complejos. Se desarrolla en etapas sucesivas y, por lo
tanto, se extiende a varias sesiones. Estas actividades son potentes
–desarrollan pensamiento complejo y sistémico–, consistentes y coherentes
–deben tener interdependencia entre sí y una secuencia lógica–. Estas
actividades, para ser consideradas auténticas, deben hacer referencia directa a
contextos reales o simulados y, si es posible, realizarse en dichos contextos.
La experiencia de aprendizaje es planificada intencionalmente por los docentes,
pero también puede ser planteada en acuerdo con los estudiantes, e incluso
puede ser que los estudiantes planteen de manera autónoma las actividades para
enfrentar el desafío.
¿Qué
sabe hacer o qué ha aprendido el estudiante?
Es a
partir de las experiencias de aprendizaje, que los estudiantes desarrollan o
usan recursos (conocimientos, habilidades, actitudes), lo que nos dará
evidencias del desarrollo de sus competencias.
Mediante
las evidencias, el docente podrá determinar el desarrollo de diversos aspectos
o recursos implicados en una competencia, mientras avanza el proceso de enseñanza
y de aprendizaje. Al cabo de un tiempo adecuado en el proceso de enseñanza
aprendizaje, existirán nuevas evidencias que permitan conocer si el estudiante
ha progresado en el desarrollo de sus competencias.
Las
experiencias de aprendizaje planteadas deben cumplir dos condiciones:
• que
demanden emplear competencias, lo que implica que no pueden ser afrontadas en
periodos breves de tiempo dada su complejidad;
• que,
en la medida de lo necesario y lo posible, reproduzcan o reflejen la realidad.